ENDODONCIA
Consiste en la eliminación, bajo anestesia local, del tejido pulpar inflamado o infectado para posteriormente rellenar dicha cámara pulpar y el interior de las raíces con un material que selle dicha cavidad e impida el paso de bacterias y toxinas infecciosas, con el fin de conservar el diente/molar.
Básicamente el proceso tiene 3 etapas:
1/ Detección de cada uno de los canales nerviosos del diente/molar.
2/ Limpieza (mediante unos “raspadores” o limas).
3/ Relleno del interior de las raíces (mediante un material sellador).
Este tratamiento puede realizarse en una o más sesiones (entre las cuales se coloca un empaste provisional) en función de la dificultad técnica que presente la pieza a tratar y del proceso infeccioso o inflamatorio. Generalmente tras la endoncia se procede, en una sesión posterior, a la reconstrucción definitiva de la pieza dental.
Es importante advertir que, a pesar de realizarse correctamente la técnica, la endodoncia no siempre tiene un éxito del 100 % aunque se acerca mucho a ello. De hecho debido a la complejidad de la pulpa dental, podrían quedar restos infecciosos indetectables o bien podrían presentarse dificultades técnicas infranqueables para conseguir el objetivo buscado que podrían requerir métodos alternativos, incluso mucho tiempo después de realizarse el tratamiento. Dichas complicaciones, aunque infrecuentes, podrían ser calcificaciones del interior de la raíz, fracturas de instrumental, reagudizaciones de la infección, perforación del interior del conducto. No obstante, cuando está indicada la endodoncia, es la única técnica que permite salvar la pieza dental con una predicción de éxito muy alta en la mayoría de los casos.
En ocasiones el diente/molar quedará frágil a pesar de haber sido obturado y podrá ser necesaria la colocación de una corona protésica (funda) para evitar fracturas que podrían hacer perder la pieza dental. Este tratamiento es especialmente necesario cuando se lo cite el facultativo.